Hermandad de las Penas

Historia 

La Hermandad del Santísimo Cristo de las Penas es una de las devociones más antiguas y arraigadas en Córdoba, con una imagen que data del siglo XIII, vinculada a la cristianización de la ciudad por Fernando III en 1236. Originalmente venerada por órdenes como los Templarios y los Caballeros de Santiago, la imagen fue conocida como Santísimo Cristo de la Sangre. La actual Hermandad se fundó en 1955 en la parroquia de Santiago, impulsada por miembros de las Juventudes de Acción Católica y vecinos del barrio. Su primera Estación de Penitencia tuvo lugar en 1957, portando al Cristo en un paso de madera de caoba, obra de Ricardo Castillo Gutiérrez.

En 1973 se incorporó como cotitular Nuestra Señora Madre de los Desamparados, y en 1978 San Juan Evangelista, ambas tallas del escultor sevillano Antonio Eslava Rubio. Sin embargo, 1979 fue un año difícil: un incendio devastó la parroquia de Santiago, destruyendo parte del patrimonio de la Hermandad, aunque los titulares se salvaron con daños menores. Tras el incendio, la Hermandad se trasladó a la Basílica de San Pedro y, posteriormente, a la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, realizando sus estaciones de penitencia desde la casa del General Varela.

En 1987, se incorporó María Santísima de la Concepción, donada por un hermano, y en 1991 la Hermandad regresó a la restaurada parroquia de Santiago, donde permanece hasta hoy. En 2005, celebró su 50.º aniversario con una salida extraordinaria desde la Catedral, culminando un extenso programa de actos. La Hermandad continúa siendo un pilar de la Semana Santa cordobesa, manteniendo viva su tradición y devoción.

 

Sagrados Titulares

El Santísimo Cristo de las Penas es considerado la imagen cristífera más antigua de la Semana Santa de Córdoba, datada probablemente en el siglo XIII, vinculada a la cristianización de la ciudad por Fernando III en 1236. De autor anónimo, la talla muestra influencias manieristas y fue restaurada en 1984 por Francisco Peláez del Espino, quien respetó su estética original. La imagen, tallada en un solo bloque de madera, representa a Cristo muerto, con una corona de espinas y un perizoma anudado al lado izquierdo. Procesiona sobre una cruz arbórea, creada en 1994, y es acompañada por las imágenes de Nuestra Señora Madre de los Desamparados y San Juan Evangelista, formando uno de los calvarios más emblemáticos de Córdoba.

 

 

Nuestra Señora Madre de los Desamparados Obra del imaginero sevillano Antonio Eslava Rubio (1973), esta imagen de candelero representa a la Virgen con un rostro maduro y lleno de dolor, elevando su mirada al cielo. Tras el incendio de 1979, fue restaurada por Juan Ventura. Procesiona con una saya de terciopelo rojo bordada en oro y un manto negro del siglo XIX, además de una corona de plata sobredorada. Desde 1987, acompaña al Cristo de las Penas junto a San Juan Evangelista.

 

 

San Juan Evangelista. También tallado por Antonio Eslava en 1978, San Juan es representado como un joven apóstol con rasgos aniñados y mirada dirigida hacia la Virgen. Viste una túnica de terciopelo verde bordada en oro y un mantolín rojo, completando su iconografía con un nimbo de alpaca sobredorada. Junto a la Virgen y el Cristo, forma parte del misterio que procesiona en Semana Santa.

María Santísima de la Concepción fue donada a la Hermandad en 1987 por Manuel Jiménez García, esta imagen de Juan Ventura es una de las más destacadas de la cofradía. Tallada en madera de cedro y caoba, representa a la Virgen con un rostro lleno de dolor y manos expresivas. Viste una saya de terciopelo azul violáceo bordada en oro y un manto morado, y luce una corona de plata y oro de estilo neobarroco. Procesiona bajo palio, siendo una de las imágenes más veneradas de la Hermandad.

 

 

La Hermandad del Santísimo Cristo de las Penas mantiene viva una de las devociones más antiguas de Córdoba, combinando tradición, arte y fe en sus procesiones, que son un referente de la Semana Santa cordobesa.

 

Sede Canonica

La Hermandad tiene su sede canónica en La Iglesia de Santiago Apóstol que es una de las 14 fundaciones reales establecidas por Fernando III tras la reconquista de Córdoba en 1236. Dedicada al Apóstol Santiago, este templo ha conservado parte de su aspecto medieval a pesar del paso del tiempo y de un grave incendio a finales del siglo XX. Destaca por su impresionante portada y campanario, joyas arquitectónicas de la época, aunque actualmente están parcialmente ocultas por el entramado de calles que rodean el templo. La iglesia es un testimonio vivo de la historia y la fe de Córdoba, combinando su legado medieval con su relevancia actual como centro religioso y cultural.