Hermandad de la Sangre

Historia

En mayo de 1974, un grupo de jóvenes cordobeses, inspirados por la festividad de la Santa Cruz, decidió sacar en procesión una cruz por el barrio de Capuchinos. Este acto, inicialmente espiritual, marcó el inicio de lo que sería la Cofradía del Santísimo Cristo de la Conversión y Nuestra Señora Reina de los Ángeles. Con el tiempo, el grupo se organizó y en 1975 presentó su primera cruz en el Concurso de Cruces de Córdoba, instalada en la Plaza del Cardenal Toledo.

En 1976, con la mediación del religioso Fray Ricardo de Córdoba, se formalizó la creación de la cofradía. Ese mismo año, adquirieron una imagen de la Virgen en el taller del escultor Antonio Eslava Rubio, que fue bendecida en diciembre en el Monasterio del Císter, sede canónica de la hermandad. En 1978, se incorporó la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Sangre, también obra de Eslava Rubio, que procesionó por primera vez en Viernes de Dolores.

La década de 1980 trajo cambios significativos. La talla de la Virgen pasó a ser una imagen de Gloria, y en 1980 se adquirió el grupo escultórico de Nuestra Señora Reina de los Ángeles y San Juan Evangelista, obra de Luis Álvarez Duarte. En 1986, la hermandad estrenó el paso de palio para la Reina de los Ángeles, y en 1989 realizó su primera Estación de Penitencia el Martes Santo.

En 1995, se estrenó el manto de la Reina de los Ángeles, bordado en oro por Piedad Muñoz. Sin embargo, en 1996, debido a reformas en el Monasterio del Císter, la hermandad se trasladó al Convento de los Padres Capuchinos, manteniendo siempre una estrecha relación con las Madres Cistercienses.

A lo largo de los años, la cofradía ha enriquecido su patrimonio con nuevos elementos como el dorado del paso de misterio, nuevas insignias y bambalinas para el paso de palio, siempre bajo la supervisión de Fray Ricardo de Córdoba, guía espiritual de la hermandad hasta su fallecimiento en 2019.

En 2005, con motivo del XXV aniversario de la hechura de la Reina de los Ángeles, la hermandad organizó una salida extraordinaria, consolidando una tradición anual de procesiones en mayo. Hoy, la cofradía sigue siendo un referente en la Semana Santa de Córdoba, manteniendo viva su devoción y patrimonio.

 

Sagrados Titulares

El Santísimo Cristo de la Conversión es una imagen de pequeño tamaño (80 cm), obra del imaginero Antonio Bernal en 2009. Inspirada en una talla del siglo XVII venerada en la Real Iglesia de San Pablo bajo la advocación de Cristo de las Ánimas, esta imagen fue cedida a la Hermandad en sus inicios para realizar el Vía Crucis. Actualmente, encabeza el paso de palio de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, escoltado por faroles de orfebrería de los talleres Villarreal.

Por su parte, Nuestro Padre Jesús de la Sangre, obra de Antonio Eslava en 1978, representa a Cristo en el momento del desprecio del pueblo. Su rostro refleja resignación y tristeza, con un dramatismo marcado por la sangre y la posición de sus manos. El misterio incluye siete figuras adicionales, realizadas por Francisco Pinto Berraquero en 1988, que representan a Barrabás, romanos, Pilatos, su esposa Claudia Prócula y un trono coronado por la Loba capitolina. Este conjunto, que evoca el pasaje bíblico de San Marcos (15, 1-41), procesiona sobre un impresionante paso dorado de Rafael Barón Jiménez.

El paso de palio de Nuestra Señora Reina de los Ángeles en sus Misterios Dolorosos y San Juan Evangelista, obra de Luis Álvarez Duarte (1980), muestra a la Virgen y al apóstol en actitud serena y consoladora. El paso, diseñado bajo la dirección de Fray Ricardo de Córdoba, cuenta con candelería, varales y bambalinas en terciopelo burdeos, renovadas en 2016. Actualmente, la Hermandad trabaja en nuevos respiraderos de plata y alpaca, siguiendo el diseño de Fray Ricardo.

Finalmente, Nuestra Señora Reina de los Ángeles en sus Misterios Gozosos, también obra de Antonio Eslava (1977), fue restaurada por Rafael Barbero en 1980 para convertirla en una imagen de Gloria, portando al Niño Jesús. Procesiona cada mayo sobre una peana dorada de estilo barroco, iluminada por los arbóreos del paso de misterio del Señor de la Sangre.

Estas imágenes, junto con su rico patrimonio, hacen de la Hermandad un referente en la Semana Santa de Córdoba, manteniendo viva su devoción y tradición.

 

Sede Canónica

El Monasterio Cisterciense de la Inmaculada Concepción, conocido como el Convento del Císter, fue fundado en 1725 en la calle Carbonell y Morand. Su iglesia, de pequeñas dimensiones pero ricamente decorada, cuenta con un impresionante altar mayor del siglo XVIII y una fachada de piedra rematada con una imagen de la Inmaculada.

Fundado por Don Luis Fernández de Córdoba en el siglo XVII, el monasterio fue inicialmente establecido en Guadalcázar, pero se trasladó a Córdoba en 1650 debido a razones económicas y de salubridad. A lo largo de los siglos, ha sido un centro de vida espiritual y devoción. En los años 70, se fundó la Hermandad del Císter, que tuvo su sede en el convento hasta finales de los 90, cuando se trasladó al Convento de los Padres Capuchinos, manteniendo siempre una estrecha relación con las Madres Cistercienses.

En 2017, debido al envejecimiento de la comunidad cisterciense, las monjas fueron trasladadas a otros conventos, y la orden masculina de los Esclavos de la Eucaristía y Santa María Virgen se hizo cargo del monasterio, asegurando su continuidad espiritual. La Hermandad del Císter también regresó parcialmente al convento, estableciendo allí su Casa de Hermandad, aunque su sede canónica sigue siendo el Convento Capuchino.

Así, el Convento del Císter sigue siendo un lugar de culto y tradición, manteniendo viva su historia y su legado espiritual en Córdoba.