Hermandad del Cristo de Gracia

Historia

La Hermandad del Cristo de Gracia de Córdoba tiene sus orígenes históricos documentados en un breve manuscrito de 12 hojas, encontrado entre diversos escritos eclesiásticos. Este documento, conocido como el Protocolo, es el único vestigio que ha sobrevivido a los avatares históricos que afectaron al convento trinitario de la ciudad durante el siglo XIX, especialmente durante la expulsión de los frailes por las tropas francesas y la posterior exclaustración.

El Protocolo revela que la imagen titular de la cofradía, el Cristo de Gracia, tiene un origen mexicano. Fue donada por Francisca de la Cruz, aunque no se especifican más detalles sobre su procedencia exacta o cómo llegó a Córdoba. Además, el documento menciona tres procesiones de rogativas realizadas con esta imagen en fechas clave:

  1. 1 de mayo de 1653: Una procesión para pedir lluvia.

  2. 19 de abril de 1732: Otra procesión con el mismo fin de solicitar lluvia.

  3. 22 de diciembre de 1809: Una procesión para rogar por la liberación del rey Fernando VII, quien estaba retenido en Francia por las tropas de Napoleón durante la Guerra de la Independencia española.

Estos datos sugieren que la devoción al Cristo de Gracia estuvo ligada a momentos de crisis y necesidad en la comunidad, tanto por motivos climáticos como políticos. Aunque gran parte de la historia de la hermandad se perdió debido a los conflictos del siglo XIX, este documento es un testimonio valioso de su origen y su papel en la vida religiosa y social de Córdoba.

 

Sagrados Titulares

Santísimo Cristo de Gracia. Donada en 1607 por Francisca de la Cruz al convento de la orden trinitaria, esta imagen anónima data de finales del siglo XVI o principios del XVII. Realizada con una técnica tradicional mexicana, combina médula de caña de maíz, fibras vegetales y telas encoladas, un método común en la época precolombina. Conocidos como "cristos tarascos", estos ejemplares destacan por su elaboración artesanal.

La imagen representa a Cristo crucificado, con un canon alargado y brazos extendidos que resaltan su realismo. El cuerpo muestra numerosas tumefacciones, incluyendo el rostro, de facciones alargadas, nariz recta y ojos semiabiertos. La cabeza, tallada con barba bífida, bigote y cabellos, está cubierta por una melena de cabello natural. Originalmente, el Cristo llevaba un paño de pureza de tela encolada, pero actualmente está cubierto por un sudario de seda blanca bordado en oro. La cruz, de tipo arbóreo, está decorada con cantoneras y lleva el titulum.

 

 

Virgen de los Dolores y Misericordia. Donada al convento a fines del siglo XIX, esta imagen de talla completa carece de documentación sobre su autoría, aunque se cree que fue creada en esa época. Destacan sus manos y rostro, este último redondeado, con pómulos y barbilla marcados. Su mirada elevada hacia el madero y sus labios entreabiertos transmiten un gesto de dolor contenido, dotándola de una belleza conmovedora.

 

Sede Canónica

Ubicada en el corazón histórico de Córdoba, esta parroquia es un símbolo de la fe y la herencia cristiana de la ciudad. Su origen se remonta a la Reconquista cristiana (siglo XIII), cuando se construyeron templos sobre antiguas mezquitas tras la toma de la ciudad por Fernando III. El edificio actual data principalmente de finales del siglo XVI, con reformas posteriores en estilo barroco. Destaca por su doble advocación: Nuestra Señora de Gracia, vinculada a la tradición trinitaria, y San Eulogio, patrón de Córdoba y mártir mozárabe del siglo IX, cuyas reliquias se custodian en la ciudad.

El templo, de arquitectura sobria con elementos mudéjares, alberga valiosas obras de arte sacro, como tallas barrocas y retablos. Vinculada históricamente a la Orden Trinitaria, la parroquia fue un centro de actividad religiosa y caritativa. Su ubicación en la Plaza de Capuchinos, cerca del famoso Cristo de los Faroles, la convierte en un enclave emblemático de la espiritualidad y el patrimonio cordobés. En resumen, esta parroquia fusiona devoción mariana, memoria histórica y arte, siendo un testimonio vivo de la fe y la resistencia cultural de Córdoba